Mi novio empezó diciéndome que no le convencían mucho… Continuó con un no están mal, para terminar diciendo que le gustaban mucho.
Pues yo empecé y terminé estas galletas pensando: ¡son preciosas!

A lo mejor no son las mejores galletas que he hecho, ni las favoritas de muchas personas, pero para mí son muy especiales. Primero porque desde que vi las matrioskas hechas galletas las he tenido entre ceja y ceja, muerta de ganas de hacerlas. Y segundo, porque hace unos dias mi madre, sin yo hablarle nunca de ellas, me regaló unas muñequitas matrioskas de verdad. Las madres leen el pensamiento a sus hijos,¡os lo digo yo!
Y como mi madre además me conoce mejor que nadie, me las compró en rosita, como no podía ser de otra manera.

Para hacerlas necesité nuevamente rebuscar entre mis cartulinas, y con lápiz en mano, crearme un precioso molde  para hacer mis matrioskas.

Ya lo he dicho muuuuchas veces, el no tener un molde en concreto no debe suponerte nunca un impedimento para hacer, crear, decorar, lo que tu imaginación te pide.

Por otro lado, aunque este tipo de galletas decoradas requieren sobre todo mucho pulso, tamién hay pequeños trucos que ayudan a que queden mucho mejor si cabe! En este caso, era muy importante que la cara de la muñeca quedara lo más centrada y redonda posible.
¿Cómo conseguirlo? Sencillo.
Busca algo redondo del tamaño adecuado y un simple palillo.
Personalmente usé la boquilla 1A de Wilton, la coloqué encima de la galleta justo donde iba la cara, y con el palillo repasé suavemente el contorno de la boquilla.

Como veis, quedará una fina linea sobre la que ya te puedes guiar a la hora de dibujar con la glasa.

¡Por cierto! Estas son las matrioskas que me regaló mi madre y en las que basé mis galletas. ^_^
Si me preguntáis con cuáles me quedo, y a pensar de que mis galletas chocolateadas con sabor a naranja, estaban riquísimas ( en el proceso de elaboración una desapareció… ummmmm…riquísima ajajajja), yo prefiero las matrioskas que me regaló mi madre.

P.D Dedico este post a mis padres, por apoyarme siempre en todo, sea cual sea la aventura en la que me embarque. Ellos nunca me fallan. No podrían ser mejores padres.